MEDIO
LIMÓN
Mis primeros recuerdos son sin duda en la escuela primaria,
lo anterior, supongo que lo ignoro. Si, recuerdo ese día de otoño en el que
sonó la campana para salir al recreo, un día soleado, sin nada especial. Con
mis compañeros de curso, en los recreos, teníamos la costumbre de ir a tomar
agua de una canilla, siempre era lo mismo. Ese día, hubo algo distinto, no en
el día, no en mis compañeros.
Debajo de la canilla, se juntaba agua, y había barro. Uno de
los chicos, saltó en el barro y me ensucio el guardapolvo, instantáneamente me
abalancé sobre él tomándolo de los pelos y golpeándole la cara con la canilla,
sin siquiera pensar lo que hacía, por un momento que pareció interminable, y en
el cual sentí una gran ansiedad que no podía saciar. No pude parar, cuando de
repente, me encontré parado y estático mirando a mis compañeros, que no se
habían ni inmutado y por lo que pude comprender, que solo había sido una
ilusión, una invención de mi mente, de la cual, debido a mi temprana edad, no
pude encontrar el porqué.
Y es que, como decirlo, la vida no es fácil, que la
sociedad, que el amor, que tus viejos, tus amigos, el perro, es un quilombo. Y
el amor, ¿qué es el amor?,¿de qué sirve?, ¿para que me sirve?, ¿a quien se
necesita para vivir, más que a uno mismo?,¿qué me puede dar mi novia?, vamos,
toda una vida de soledad para decir que un nene me va a solucionar la vida, o
mi novia…, ¿qué me podía dar, más que mi hermosa colección?, la única forma de
sacarme los nervios, el estrés, era poder llegar al viernes, y solo.
El tema, es que nunca encajé, siempre la gente estaba
preocupada por cosas totalmente ajenas a mis pensamientos. Esto repercutió
seriamente en mis relaciones, desde mi casa hasta la sociedad misma. Con mis
padres nunca me entendí, y desde chico fui muy independiente de ellos, no puedo
asegurar haber tenido una relación con ellos, siempre pasaban mucho tiempo en
el trabajo, y cuando vieron que no me comprendían, dejaron de intentarlo. No
tengo hermanos, y de otros familiares no puedo hablar. En cuanto a las
amistades, solo tuve una, la nena que veía todos los días en el cuadro del
comedor de mi casa, el cuadro de la foto que me saqué con ella cuando terminé
el primario, porque a pesar de que hacía poco la conocía, se volvió rápidamente
muy importante para mí, y le pedí a mi madre que pusiera esa foto en un lugar
que se viera, para que todo el que llegue, sepa que ella era mi amiga, Malena. Antes
de ella no había tenido contactos sociales, pero se puede decir que después
algo cambio. A Malena la conocí poco después de empezar el primario. Nunca
nadie llamo mi atención, pero a ella la vi sentada, tan pasiva en aquel banco,
sin esperar nada, como si su vida no estuviera más allá de unos pocos metros de
su lugar. Inmediatamente me senté a su lado y empezamos a hablar. Por lo pronto
supe que recién había llegado al pueblo y estaba un curso por debajo del mío. Desde
ese día no recuerdo uno solo que no hablara con ella. A Malena podía contarle
mis más grandes miedos y dudas sobre la vida, con la mayor de las franquezas, e
instantáneamente, gracias a ella, mis relaciones mejoraron, era mi conexión con
la sociedad.
Yo no podía relacionarme fácilmente, pero mi amiga, me
explicaba cómo eran las cosas, y casi con una sabiduría comparable a la de
cualquier adulto, me decía de qué forma yo debía acercarme a cada persona. Con
solo verla unos pocos minutos, era capaz de saber qué tipo de persona era, sus
gustos, hobbies, habilidades, debilidades, …sus miedos. Toda esta información
me ayudaba a poder relacionarme, pero me tomó mucho tiempo ver que, no eran las
relaciones las que me interesaban. Las relaciones me parecían trabajosas, me
quitaban tiempo, era molesto y me costaba mucho esfuerzo mantenerlas, lo que en
realidad me interesaba era el provecho que podía sacar de las mismas. No fue
hasta muy pasado el tiempo, que quise usar sus habilidades en algo que me diera
más placer.
Fue en el tercer año del secundario. Me gustó una chica de
mi curso, Laura, ella era de cabellos enrulados y rubios, de ojos pardos. Aunque
prefería el cabello lacio, fue por su figura la que me atrajo, de mi estatura,
con una cintura muy marcada y pechos que acompañaban esta silueta. Un cuerpo
que ella usaba muy bien, vistiendo prendas que resaltaran estas cualidades tan
llamativas para su temprana edad, y que por supuesto había surtido efecto en
mí. No es que recién la conocía, se
podría decir que llamó mi atención esos días, pero no como mi gran amiga, esto
era totalmente superfluo, y con fines…, de ver que podía pasar, quería
experimentar. Apenas vi a Malena se lo dije. El día siguiente, al salir de la
escuela alrededor de las cinco de la tarde, la seguimos hasta su casa, para ver
su comportamiento, y así fue la semana. Al finalizar me dijo, Mira Luca, Laura
en este momento, está terminando una relación, con un chico mayor, al que no
quiere tanto, le gustaba. Igual, está muy angustiada, hace casi un año que andaban.
Lo que vos tenés que hacer, es acercarte, preguntarle si ella está pasando por
eso, y cuando te diga que sí, le explicas que vos también estas pasando por lo
mismo, y que buscas alguien que te entienda. Pude ver, que le gusta la gente
dependiente, tenés que hacerlo esta semana, porque vi que ya hay pretendientes.
Listo, preguntó, respondí, Si hermanita, así será. A penas hables con ella, venís
conmigo y te digo como seguir.
Al mes me puse de novio con Laura, era impresionante el
poder de observación que tenía mi amiga y la facilidad de comprender a las
personas.
Mi noviazgo con Laura fue una experiencia muy grata,
increíble, cuando hacía muy poco no me podía imaginar lo que era estar de
novio, sucedió y me sentí bien, voy a decir que ella fue “la iniciación”. La primera
noche que pusimos nuestra relación en una situación formal, fui a su casa a
comer con su familia. Sus padres eran muy ortodoxos, en la cena no se hablaron
más temas que mi desempeño en la secundaria y que hacía en mi tiempo libre. Tal
vez me pareció que era una prueba, pero, aunque no haya sido así, no me gustó.
Fue una experiencia… interesante, y mientras seguía en este embrollo, no duré
mucho para darme cuenta que lo increíble, no dejaba de ser increíble, pero si
dejaba de ser rentable.
Al poco tiempo, tal vez una o dos semanas, terminé con
Laura, ella había perdido ese toque que me gustaba, fue totalmente efímero,
pero el interés se fue, y no había porque seguir con semejante relación.
Otra vez me encontré solo, con un extraño vacío, que no
podía llenar. Entonces, busqué a mi gran amiga, le conté los sucesos, y como
siempre, me aconsejó, Luca las relaciones son así, no siempre terminan bien, No
terminó mal, solamente no se para que seguir, porque ya no me interesa Laura,
pero a la vez hay algo que me falta, es como que estoy esperando algo de ella o
de alguien, y no sé qué es, o que hacer con esto, Es común el vacío que te
genera una relación, no estaría tan segura, pero dale tiempo, te peleaste hace
poco, es lógico que te sientas así.
Semanas después de pelearme con Laura, noté que ese vacío,
no era por la relación, o más bien, por “esa” relación. Estaba preocupado
porque quería tener algún tipo de noviazgo, la experiencia no había tenido
frutos, no llegue a ninguna conclusión, y con la decisión que había tomado, había
retrocedido en mi cometido y estaba preocupado y ansioso por tener resultados.
Más tarde ese mismo año, la vi a Estefanía, una chica de
primer año. Estefi, exhibía una hermosa y delicada carita bajo un pelo de lo
más lacio y oscuro, que combinaba perfectamente con ojos del mismo tono. A
diferencia de Laura era más esbelta y no tenía la suerte de poder mostrar
semejantes curvas, pero puedo asegurar que tal condición, no la dejaba para
nada en desventaja con Laura. Era un espectáculo ver ese pelo que se deslizaba
por el aire mientras ella caminaba, espectáculo que llegaba al clímax de una
obra dramática al levantar la mirada y posar su vista directo en la de uno,
pudiendo casi paralizar hasta a los más firmes corazones, a quien yo llamo, “la
hipocresía”. Caminando rumbo a mi clase de lengua, me crucé con ella, me miró
fijamente, y en el instante que pasó a mi lado, pegué la vuelta, y sin dudas la
paré. Aunque estaba llegando tarde a clase, me tome el tiempo de preguntarle si
podía hablar con ella. Me llamo la atención, con la decisión que se dio vuelta
y me respondió que sí, que la esperara a la salida de clases. Cuando me
encontré con ella, hablamos un rato, de cómo iba en la escuela, de que pensaba
del secundario, si había sido muy grande el cambio, nimiedades, hasta que me
planté firmemente. Le pregunte si tenía algún tipo de noviazgo, y ante la
negativa de ella acerque mi cara a la suya y le di un beso, ella no se negó,
seguí con lo que había empezado, y por segunda vez di inicio a una relación, o
algo parecido a eso.
De esto también se enteró Malena, que me dio su aprobación.
Lo distinto en esta relación fue que a todo lo que yo propuse, Estefanía me
dijo que sí, siempre estaba todo bien.
El tiempo pasó, y siguió igual, nunca obtuve un no de ella.
Se puede decir más, ella me esperaba a mí, y no yo a ella, como pasa
normalmente. No entendía, como podía ser que una persona esté siempre de acuerdo
con todo, ¿acaso no tenía poder de decisión?, ¿Valoraba más tenerme con ella?,
¿Estaría obsesionada conmigo?. No, si hubiera sido obsesión sería mucho más
problemática. Más allá de eso, me parecía que estaba enferma, y me daba mucho
miedo, incluso me ponía muy tenso al imaginarme que pasaba por su cabeza, los
horripilantes pensamientos que tendría solo una centésima de segundo antes de
decir un “sí”, un “si” lleno de contradicción, odio, rencor, tristeza…venganza,
pero sobre todo ansias, ansias de decir la verdad, un simple y sincero “no”. Entonces
un día que nos encontramos y a pesar de saber que otra vez me molestaría mi
condición de soltería, abandoné por segunda vez la búsqueda de una conclusión
sobre las relaciones con personas y le dije que lo nuestro ya no podía seguir.
Otra vez el vacío me invadió y no fue necesario decirle a
mi amiga de esto, el primer día que me vio se dio cuenta, y no hubo que hablar
nada.
Poco después de empezado el verano conocí a Daniela, una
chica muy hermosa, ella era un excelente espécimen de la raza alemana, con unos
ojos brillantes, claros como el agua, y cabellos rojizos, con una figura que le
caía muy bien y le daba a esta obra de arte un toque más de belleza y feminismo
que dejaba boquiabierto a quienes se atrevían a mirarla. Fue la estación del
calor, que trae esos amores, a ella la apodé “la de los refranes”. Salí con
ella la primera semana de enero, era muy amorosa, atenta, creo que me sentía a
gusto, su padre era carpintero, y fue una gran sorpresa cuando entré a su casa
por primera vez, y no pude contener mi risa, al ver que todos sus muebles eran
de alguna aleación, aluminio, acero, hierro, pero no de madera y “en casa de
herrero cuchillo de palo”. Me invito a su pieza, y aunque me había dicho que su
hobby era tejer, toda su ropa era de marca, “de tal palo tal astilla”. Fue todo
muy divertido, incluso cuando vi que sus amigas eran iguales, “dios los crea y
el viento los amontona”, pero por lo que entendí, ella no la pasaba tan bien
como yo y antes de que termine el verano, una noche que caminaba hacia su casa,
la vi con otro, “de los cuernos, de prestar la bici y de la muerte, nadie se
salva”.
Ese año empecé el cuarto en la institución. Con el curso de
siempre, empezó también una chica que había llegado al pueblo, y cansado de las
mujeres que ya había conocido, supuse que esta nueva chica, podía ayudarme a
cambiar mi pensamiento sobre las mismas, ya que llamó, en gran medida, mi
atención. Se llamaba Noelia, una señorita de 15 años que poco tenia de
señorita, por lo imponente que era, sus pelos lacios y castaños le daban una
terminación magnifica a su cuerpo muy bien dotado, de una altura considerable,
sacándome ventaja en varios centímetros, que no hacía más que acentuar su
personalidad tan altiva, yo le digo, “la iluminación”. La segunda semana, volví
a buscar a mi amiga Malena, esta nueva chica había activado otra vez mis
emociones, volvió a despertar mi atención, las ansias de seguir con el cometido.
Me junté en un café con mi amiga, hablamos de temas cotidianos, y antes de que
yo saque conversación sobre el tema, preguntó graciosamente, Así que ahora te
interesa Noelia, y sonrió, Está bien, vamos a observarla unos días, a ver qué
pasa. Así fue, que la observamos rigurosamente, no más de una semana, y ante el
veredicto de mi hermana, fui a buscarla. Ese día, estaba muy nervioso, pues
este era un tema que me tenía muy perturbado. Me vestí lo mejor que pude para
tal ocasión, me arreglé bien el pelo, actividad que había quedado olvidada
hacía ya tiempo y salí de mi casa. Habíamos observado, que era muy habitué de
un cine que estaba en el centro del pueblo, en la temática romántica, la que
rodaban a las ocho post Meridian, y fui a su encuentro.
Llegué cinco minutos antes. Cuando vi que se acercaba, me preparé,
y antes de decir una palabra, ella me gritó con cara de desagrado, Salí de acá,
enfermo, si me volvés a seguir te denuncio. Me quede sin palabras. Ante mi
asombro ella entró al cine, y yo, por supuesto, después de tal situación, me
alejé lo más rápido posible.
Sin saber que pasaba, no pude volver a mirar a la cara a
Noelia, esto fue muy incómodo, debido a que estaba en el mismo salón. Este
acontecimiento me tubo muy pensativo, por lo que fui con mi “terapeuta
personal”, Malena. Esto que me contás, es en serio, me preguntó muy extrañada.
Si, tal como te lo explico, pero no entiendo que pasó, respondí, a lo que ella
expresó. Habrá visto que la seguíamos y por eso reacciono así, comprendela, es
nueva en el pueblo.
A pesar de la charla, no pude quedarme tranquilo con la
reacción de esa chica, pero al poco tiempo, le resté importancia, pensando, que
tal vez mi amiga tenía razón, lo que no pude sacar de mis pensamientos era la
conclusión que otra vez se quedaba sin salir a la luz.
Lo siguiente, del cuarto año a mediados de sexto, lo pasé
solo, pensando sobre qué pasaba con las mujeres, que tanto se complicaba para
entablar una relación. Después de mucho meditar, saqué la conclusión, sin tener
en cuenta el gran rechazo de Noelia, de que todas las demás mujeres habían sido
muy fáciles para mí. Esta vez, me propuse buscar una sin la ayuda de Malena.
La diferencia que encaraba ahora era muy grande, no había
logrado ningún tipo de relación sin la ayuda de mi amiga, pero me esforcé,
observé mi curso, y busqué lo más complicado que encontré, la más popular, esa
era difícil, aunque no la que yo buscaba, era tan conservadora.
Ella era Ayelén, Tenía un gran parecido a Estefanía, solo
le faltaba la mirada desbastadora de mi otro “amor”, aunque le fue dado en su
favor, curvas faltantes en mi otra experiencia, digamos que era agradable a la
vista y su pelo levemente ondulado cerraba perfectamente su estilo, y le
quitaba seriedad a una cara que no lo necesitaba, la que se mostraba acorde a
su personalidad de gran simpatía, yo la nombré, “la experiencia”.
Lo primero que tenía que hacer era captar su atención, y
aprovechando mi facilidad, y su debilidad para las matemáticas, le ofrecí mi ayuda,
y aceptó.
Organizamos para juntarnos en su casa. Llegado al lugar, me
invitó a su habitación, y empecé a sospechar que no era lo que buscaba. Cuando
nos sentamos en el escritorio, me acerqué, a propósito, y ella no dijo nada,
entonces probé acercando, con intensiones bien visibles, mi cara, me apartó, dijo,
Qué te pensás, y me echó.
Aunque me dio mucha pena, al día siguiente, le pedí
disculpas y le dije que me había equivocado con ella. Bien pensado lo mío,
empecé a tener una buena relación con ella, aunque era solo de amistad, pero yo
tenía esperanzas de que pudiera pasar algo más para seguir con el cometido. Así
siguió el asunto, y entre juego de celos y cariños, un día me vi besándola.
Pasó el tiempo, y los primeros días de diciembre, me llegó
un mensaje de ella, estaba sola en su casa, que vaya a ver una película. Llegué
a su casa, toqué la puerta y me abrió. A penas entré, cuando se acercó a
saludarme, mi vista se desvió sin querer hacia la mesa, hacia una tijera que
reconocí, una tijera Solingen, marca alemana de cuchillos y tijeras, que era
excelente, de la cual tenía un cuchillo que formaba parte de mi colección, mi
preferido. Nos pusimos a ver la película en un sillón que tenía en el comedor,
y antes de que pasara una hora, estábamos besándonos apasionadamente, aunque
algo inquietante me pululaba en la mente. Esa era mi primera vez, y también la
de ella. Mi cabeza estaba alborotada, pensaba mucho en ella, la deseaba, quería
tocarla, quería formar parte de ella, quería cortar…, pero no, no tenía nada
que ver cortar con lo que estaba pasando, corrí de mi imaginación. Sentía como
mi piel tocaba la suya, tan suave, tan frágil, tal blanca, tan austera, tan
fría…, no, sabía que no estaba fría, volví a escapar de mí. La besé como si
fuera la última vez, para nunca olvidar tal momento, la acaricié suavemente, mis
manos recorrieron todo su cuerpo, delgado, anguloso…no, no era humano. Abrí mis
ojos, levanté la mirada y el reflejo de la luz de luna me cegó momentáneamente,
y era ella, la verdadera fuente de excitación que sentía, era ella. La tijera,
su hoja plateada, espejada, sobria, la que estaba adueñándose de mi mente, que
me puso en un trance, el cual no podía entender ni darle fin, un nirvana. El
estado que me causaba esa figura tan divina y fuera de toda comprensión,
pareció durar varios minutos. Luego de esta epifanía, me levanté del sillón sin
decir nada, tomé la tijera y volví a lo que estaba haciendo. En ese mismo
instante empecé a pasar el filo de la tijera por el cuerpo de Ayelén sin que
ella dijera nada, mientras seguíamos haciendo el amor. Comencé desde su
barbilla hasta su vientre, y desde ahí subía y volvía a empezar. Ahora si
sentía el verdadero placer divino que buscaba, todo lo que no podía encontrar
en nadie. Cada vez que repetía el recorrido con la hoja de la tijera, la
presión era mayor. Ella empezó a perder sangre, pero me decía que siguiera, me
lo decía muy convencida y era una orden. En el momento del clímax, vi su cuerpo
sin vida, inmediatamente, salté del sillón, viendo como ella me miraba, con
cara de sorprendida, asustada. Pude ver que no había sangre, ni estaba la
tijera en mi mano, y muy confundido, le dije que me tenía que ir. Sin esperar
respuesta, Salí de ahí.
Se preguntará el que lea la historia, el porqué de los dos
últimos apodos que les di a estas chicas, y es simple, el primero, me ilumino
sobre lo que yo estaba haciendo, que no era lo que tenía que hacer, y el
segundo, como bien lo dice el nombre, fue el experimento, que no solo no llego
a nada, sino que me alejo de cualquier conclusión.
A los pocos días, hablé con Malena de lo ocurrido, ella me miró
boquiabierta, sin decir una palabra, y me abrazó.
Terminé el secundario, muchas festividades, la graduación,
el viaje de estudio, navidad, año nuevo, y en todas, a pesar de que pude hacer
buena cara al mal tiempo, dentro de mí, se desataba una tormenta, en la cual
estaba perdido.
No pude comenzar mis estudios, debido a tal conmoción, y
empecé a trabajar. Por más que mis padres me recomendaron ir a un psicólogo, no
quise, y después de pensar mucho tiempo, saqué la conclusión más loca, pero tal
vez, la más lógica. La respuesta estaba delante de mis ojos, todo el tiempo
buscando alguien que era para mí, que me hiciera bien, que me ayudara, con
quien esté cómodo, buscando más allá de mí, pero nunca cerca de mi…. Había
cometido el error más común en las situaciones amorosas. La única que podía
comprender a mi persona, era ella, y no había dudas, siempre la busqué, a ella.
De quien en realidad estaba enamorado, y no podía prescindir. Me propuse
intentar algo con la persona que siempre me había acompañado, Malena,
finalmente pude encontrar la conclusión a mi búsqueda, la respuesta, ahí
estaba, de esta forma todo tenía sentido.
Esa misma noche, la llamé a su celular, y le dije que fuera
a mi casa. Cuando llegó la hice pasar, y sin que se sentara, le dije lo que me
pasaba. Ella me miro, y con cara de lastima me dijo, Ahora me lo vas a decir,
después de tanto tiempo…, sos un idiota, nunca preguntaste nada de mí, yo ahora
no puedo, no quiero. Bajé la vista, la miré, y se despidió.
Todo había salido tan mal, había pasado tan rápido, no quise
aceptarlo. En ese momento, se derrumbó todo el mundo, toda mi vida perdió
sentido, me salí de mis cabales, las pulsaciones aceleraron. La agarré del
hombro, la di vuelta, la abracé, y mi puño hizo tope con su abdomen. Tenía un
cuchillo en mi mano, mi preferido, se preguntarán cuando lo agarré, no podía
encontrar explicación de donde salió ese cuchillo, pero yo en ese momento, me
encontraba en un baño de sangre, con mi amiga tendida en mis brazos, ya sin
vida, llorando desconsoladamente, por lo que le resté importancia a tal suceso.
Pero recordé y me tranquilicé, seguramente estaba en una de mis ilusiones, esas
bromas pesadas que hacia mi mente, entonces solo tenía que esperar a que
pasara. Cuando mi madre entró y me miró, su cara no fue de horror, fue de
preocupación, entonces volví en mí. Vi que Malena no estaba en mis brazos, para
mi alivio, había tenido razón, había sido una ilusión, aunque me sentí muy
extraño, más de lo común, como si algo realmente faltara, y sin dejar de ver la
expresión de mi madre, me dirigí al comedor, pensando, ¿qué era lo que me
faltaba?, ¿qué era lo que me generaba otra vez un vacío?, pero esta vez la
falta era tan grande como para ocupar todo mi corazón y raciocinio, en ese
camino que pareció durar horas. Llegué al comedor, solo para ver, que en la tan
preciada foto, estaba yo, y nadie más que yo.
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